Cerca de la hoguera.

Anoche, cerca de las 00.30 hrs. Mientras intentaba capear el insomnio con mi juego favorito de este último tiempo (Age of Mythology) sentí mucho alboroto, era mucho pero no me preocupó (en el lugar donde vivo, casi siempre hay alborotos) si no hasta que la Viviana me gritó desde el otro lado de la pieza ¡Titi! Mira el tremendo incendio… Eran las llamas más grandes que había visto en mi vida y a pesar de que me encontraba a una distancia prudente (el hogar está a media cuadra aproximadamente) me inundó el pánico. ¿Y los bomberos?, ¿y por qué no bloquean el paso hacia esa calle?, ¿dónde están los pacos!!!?, fueron las tres primeras cosas que dije al ver la tremenda llamarada. No podía creerlo, era muy grande y las partículas de las estructuras quemadas comenzaron a flotar por el nocturno cielo coronándolo con miles y miles de cenizas, parecía patéticamente que aquello era una fiesta, la gente se paseaba sin parar por el lugar, como si fuera el mayor acontecimiento social del año, fotografiaban las llamas y los balcones de los vecinos estaban llenos de gente mirando, los transeúntes de la bohemia valdiviana que a esa hora se iniciaba, corrían para mirar, y desde mi ventana escuchaba “uuuu, tremenda cagada”.

Mis compañeras de pieza y yo estábamos pasmadas, no sabíamos que hacer (aunque en realidad no podíamos hacer nada), yo tiritaba de frío y lo único que decía a cada rato era “por la cresta”, los bomberos estaban parados en el techo y la estructura de al lado se iba abajo, en ese instante todas dijimos “por la cresta” que se vayan de ahí, pero no, ahí se quedaron y la makarena, en un arranque de no se qué dijo: miren, los bomberos se parecen a los cazafantasmas… todas la miramos y nos largamos a reír… simplemente fue demasiado absurdo y tierno a la vez, las llamas continuaban y todas criticábamos que eran pocos los bomberos para un incendio tan grande. El fuego parecía no cesar, de pronto se cortó la luz, la oscuridad, el humo las estrellas y esas “partículas volátiles”, el olor a humo, todo se mezclaba en un ambiente de tensión, yo desde mi ventana solo miraba, el pánico que al inicio había sentido se marchó, el sueño me invadió, no aguanté más y me metí en la cama… pero pucha que sentí miedo.

Hoy por la mañana, me sorprendí al ver que la prensa local no había impreso nada sobre el incendio y de él queda ahora solo su rastro que veo desde mi ventana y el recuerdo en la memoria colectiva de los copuchentos y mirones, como yo anoche.