Cerca de la hoguera.
Mis compañeras de pieza y yo estábamos pasmadas, no sabíamos que hacer (aunque en realidad no podíamos hacer nada), yo tiritaba de frío y lo único que decía a cada rato era “por la cresta”, los bomberos estaban parados en el techo y la estructura de al lado se iba abajo, en ese instante todas dijimos “por la cresta” que se vayan de ahí, pero no, ahí se quedaron y la makarena, en un arranque de no se qué dijo: miren, los bomberos se parecen a los cazafantasmas… todas la miramos y nos largamos a reír… simplemente fue demasiado absurdo y tierno a la vez, las llamas continuaban y todas criticábamos que eran pocos los bomberos para un incendio tan grande. El fuego parecía no cesar, de pronto se cortó la luz, la oscuridad, el humo las estrellas y esas “partículas volátiles”, el olor a humo, todo se mezclaba en un ambiente de tensión, yo desde mi ventana solo miraba, el pánico que al inicio había sentido se marchó, el sueño me invadió, no aguanté más y me metí en la cama… pero pucha que sentí miedo.
Hoy por la mañana, me sorprendí al ver que la prensa local no había impreso nada sobre el incendio y de él queda ahora solo su rastro que veo desde mi ventana y el recuerdo en la memoria colectiva de los copuchentos y mirones, como yo anoche.